Un equipo internacional de vulcanólogos que trabajan en islas remotas del archipiélago de Galápagos, han descubierto que los volcanes que producen erupciones de lava basáltica mayormente inofensivas esconden magmas químicamente diversos en sus sistemas de tuberías subterráneas, incluyendo algunos con el potencial de generar actividad explosiva

La erupción de 2015 del volcán Wolf en el archipiélago de Galápagos. Fotografía: Gabriel Salazar

Muchos volcanes producen tipos de erupción similares a lo largo de millones de años. Por ejemplo, los volcanes de Islandia, Hawái y las Islas Galápagos hacen erupción con flujos de lava -compuestos de roca basáltica fundida- que forman largos ríos de fuego en sus flancos. Aunque estas corrientes de lava son potencialmente dañinas para las casas cercanas al volcán, generalmente se mueven a paso de tortuga y no suponen el mismo riesgo para la vida que las grandes erupciones explosivas, como las del Cotopaxi o del Mount St. Helens (EE.UU.). Esta consistencia a largo plazo en el comportamiento eruptivo de un volcán informa la planificación en caso de emergencia por parte de las autoridades locales.

El equipo de investigación, dirigido por el Dr. Michael Stock del Trinity College de Dublín e integrado por científicos de los Estados Unidos, el Reino Unido y el Ecuador, estudió dos volcanes de Galápagos, Wolf y Fernandina, que sólo han hecho erupción con flujos de lava basáltica uniformes en cuanto a su composición en la superficie de la Tierra durante toda su vida. Al descifrar las composiciones de los cristales microscópicos incluidos en las lavas, el equipo pudo reconstruir las características químicas y físicas de los magmas almacenados bajo los volcanes.

El equipo de investigación recoge muestras de flujos de lava solidificada en el Volcán Wolf con la ayuda de un guardaparque del Parque Nacional Galápagos. Fotografía: Benjamin Bernard

Los resultados del estudio muestran que, en contraste con las monótonas lavas basálticas que llegan a la superficie, los magmas bajo los volcanes son extremadamente diversos e incluyen composiciones similares a las del Mount St. Helens o del Cotopaxi.

El equipo cree que los volcanes emiten de forma consistente lavas basálticas cuando la cantidad de magma que fluye a través de la corteza bajo el edificio es lo suficientemente alta como para esconder cualquier diversidad química. Esto puede ocurrir cuando los volcanes están ubicados cerca del “punto caliente”, una anomalía de temperatura que se asciende desde las profundidades de la Tierra y creo el archipiélago de Galápagos.

Sin embargo, los magmas químicamente diversos que el equipo descubrió podrían llegar a ser móviles y ascender hacia la superficie bajo ciertas circunstancias. En este caso, los volcanes que han producido de forma confiable erupciones de lava basáltica durante milenios podrían sufrir cambios inesperados hacia una actividad más explosiva en el futuro.

El Dr. Stock, de la Trinity’s School of Natural Sciences, y autor principal del trabajo, dijo:

“Esto fue realmente inesperado. Comenzamos el estudio queriendo saber por qué estos volcanes eran tan aburridos y qué proceso causaba que las composiciones de las lavas se mantuvieran constantes durante largos períodos de tiempo. En cambio, descubrimos que no son aburridos en absoluto, sólo esconden estos magmas bajo tierra.”

“Aunque no hay señales de que estos volcanes de Galápagos vayan a experimentar una transición en el estilo de erupción en un futuro próximo, nuestros resultados explican por qué otros volcanes han cambiado su comportamiento eruptivo en el pasado. El estudio también nos ayudará a comprender mejor los riesgos que plantean los volcanes en otras partes del mundo. Sólo porque siempre han entrado en erupción de una manera particular en el pasado no significa que podemos confiar que continuarán haciendo lo mismo indefinidamente en el futuro.”

El Dr. Benjamin Bernard, vulcanólogo que participa en la vigilancia de los volcanes de Galápagos en el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional y coautor del documento, añadió:

“Este es un descubrimiento significativo porque nos permite reconciliar observaciones aparentemente divergentes, como la presencia de depósitos explosivos en varios volcanes de Galápagos. También nos permite comprender mejor el comportamiento de estos volcanes, lo que es esencial para la vigilancia de los volcanes y la evaluación de los peligros”.

Esta obra de relevancia se publicó en la revista internacional de acceso abierto Nature Communications (SCOPUS Q1) y fue financiada por el Fondo “Charles Darwin y las Islas Galápagos” del Christ’s College de la Universidad de Cambridge. Se llevó a cabo con el apoyo del IGEPN, el Parque Nacional de Galápagos y la Fundación Charles Darwin.