Desde el incio de la pandemia las empresas públicas y privadas han optado por cuatro modalidades de trabajo: teletrabajo, reducción, modificación o suspensión de la jornada laboral.  Junto al miedo de contagio del virus, se suma la preocupación por el cierre temporal obligatorio de la mayoría de empresas y la falta de un ingreso diario.

La Escuela Politécnica Nacional (EPN) y la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) realizaron 3.879 encuestas on line en varias ciudades del país, durante los meses de marzo y abril. La investigación abordó temas: socioeconómicos, hábitos de consumo, aspectos psicológicos, uso del tiempo, fuentes de información, entre otros temas. La distribución por sexo corresponde al 50,9% de hombres y 49,1% de mujeres de diversos estratos socio económicos.

El equipo de investigadores del proyecto está conformado por Juan Pablo Díaz-Sánchez y  Cintya Lanchimba,  ambos Ph.D en Economía. y catedráticos de la EPN y Mariel Paz y Miño, Ph.D en Psicología Educativa y Franklin Velasco, Ph.D Marketing, profesores en la USFQ.

Algunos de los resultados del estudio demuestran que la rutina de los hogares, al igual que el estado de ánimo de los ecuatorianos se ha visto afectado como consecuencia del aislamiento y la cuarentena. Si lo entendemos como una actitud o disposición hacia los sucesos cotidianos, las mujeres han sido las más afectadas en comparación a los hombres. Esto ha tenido impacto en su forma de sentir, su pensamiento sobre el futuro, las actividades diarias como: dormir, comer, interacción familiar, el trabajo, en general en la coordinación de las diligencias dentro y fuera de casa, entre otros.

Asimismo, durante la pandemia la puntuación de estados aumentados de ansiedad se ha incrementado tanto en hombres como mujeres cuyas edades van de los 18 a 36 años. Este grupo conocido como “millennials” se encuentra más solitario en esta pandemia. El estudio demostró que las personas con altos niveles de ansiedad necesitan de creencias religiosas para darse un “respiro” y las mujeres representaron una mayoría. Quizá luego de la pandemia exista un giro importante hacia mayores creencias religiosas como una forma de aliviar la ansiedad, el estrés y los sentimientos depresivos.

Las actividades más anheladas son la interacción con paisajes externos, al igual que el contacto social en persona. Cabe señalar que, la falta de conexiones con otros lugares, las actividades sociales y las relaciones impactan en la salud mental de la población, generando problemas de  depresión, ansiedad y otros tipos de psicopatologías. En contraste, el ir a trabajar y asistir a clases no son actividades tan añoradas.

Las consecuencias de esta pandemia van más allá de los aspectos económicos y sociales en la población y han llegado a tener un impacto significativo en la salud mental. Los síntomas derivados del distanciamiento social, la cuarentena y el aislamiento han generado problemas de ansiedad, depresión , preocupación y miedo, tanto en nuestro país como en el mundo entero.

Para conocer en detalle todas las áreas relacionadas al estudio así como sus conclusiones visite: https://online.pubhtml5.com/ookt/fbez/